¿Por qué jugar con la vida?
No pocas veces en 2018 la noticia de un accidente de tránsito nos dejó atónitos frente al televisor o en una esquina artemiseña, con una mirada lastimosa y la boca entreabierta, y es que tales hechos suscitan la atención de todos, quizás por inesperados o porque casi siempre pudieron evitarse.
Aunque Artemisa está entre las tres provincias cubanas con menos accidentes, y con respecto a 2017 disminuyó en 108, no podemos conformarnos, pues 326 hechos de ese tipo, con 290 lesionados y 41 personas que ya no están entre nosotros, son difíciles de asimilar.
Artemisa (9), Caimito (8), San Cristóbal (7), Mariel y Güira de Melena (4), reportaron la mayor cantidad de accidentes fatales el año anterior, en zonas rurales y áreas despobladas, en la tarde-noche y de viernes a domingo. Al parecer, el exceso de velocidad, conductores ebrios y el estado técnico defectuoso de los vehículos, oscureció la vida de algunos y enmudeció a muchas familias.
El capitán René Álvarez, jefe de la Unidad de Tránsito de la PNR en la provincia, nos aportó estas y otras estadísticas, para pensar en la responsabilidad individual y colectiva en la vía.
¿Saben que de los transportes involucrados en la accidentalidad el año anterior, 151 son particulares y 225 estatales? Repitieron vehículos de los Ministerios de la Construcción, Transporte, la Agricultura y de AZCUBA. Los medios de tracción animal incidieron en 31 hechos, y los animales sueltos en la vía provocaron siete accidentes en Artemisa, Mariel, Caimito y Bauta.
No bastó con notificar a 26 839 artemiseños y retirar 628 licencias de conducción, además de otras medidas relacionadas con 3 533 ciudadanos que manejaban sin la licencia correspondiente, a 382 conductores de bicitaxis, a otros 428 de “vehículos” de tracción animal y a 136 de “riquimbilis”.
¿Cuántas veces en casa, en la escuela, en el centro laboral, en el barrio… hablamos de prevenir, de evitar, de proteger la vida? Pues, ante cualquier respuesta, no es suficiente. ¿Por qué no conversar con los choferes una y otra vez, y con los peatones? ¿Por qué minimizar los efectos del alcohol? ¿Por qué no impedir el exceso de velocidad?
¿Por qué jugar con nuestra vida y la de los demás? ¡No hay respuesta convincente! Las defensas y las justificaciones son insignificantes ante la muerte o las lesiones graves. Ni las multas ni las sanciones, ni los culpables tras las rejas ni las lágrimas, nos regresan cariños o mimos. Responsabilidad y conciencia sí nos aseguran tranquilidad.
Ya cerramos 2018, y aunque no hay aplausos, hubo cuatro fallecidos y 75 lesionados menos que en 2017. Pero este enero nos coloca una señal de alerta con unos 15 días y 10 accidentes en nuestras vías. Apenas un número; sin embargo, detrás hay excesos, indisciplinas, descuidos… un verdadero juego con algo que podemos perder en un minuto, con lo más preciado de cada ser humano: la vida.

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